Los vínculos genéticos con la amistad constituyen un tema de interés para los investigadores. En la publicación “Correlated genotypes in
friendship networks” (Proceedings of the Nacional Academy of Sciences, 18 de
enero del 2012) del trabajo realizado por James H. Fowler y Jaime E. Settle de
la Universidad de California y Nicholas A. Christakis de la Universidad de
Harvard, los autores muestran el seguimiento realizado a genes
específicos determinando la frecuencia con la que se encuentran en amigos. Así hallaron que individuos con una
variante de un gen (el DRD2), asociado
con el alcoholismo, tienden a hacerse amigos de los demás con el mismo marcador,
y quienes carecen de la variante genética son más propensos a ser amigos entre
sí.
Sin
embargo, también se observó asociación entre las personas con una versión del
gen CYP2A6 ligada a tener una personalidad “abierta”. Pero en este caso, las
personas con el marcador genético se inclinan por las personas que no lo tienen.
Los autores hablan de un “paisaje genético de un individuo” como la suma de sus propios y de los genes
de sus amistades. El concepto nos lleva a pensar en la existencia de nichos genéticos dentro de las mismísimas redes
sociales los cuales serían capaces de promover o inhibir la evolución de cierto tipo de comportamiento social por disposición genética. Este
comportamiento social en el campo de la política fue abordado por James H. Fowler, definido como científico social, profesor de Genética
Médica y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de California en San
Diego, ha desarrollado la genopolítica, demostrando la influencia de los genes
en la votación y distintas formas de asociación política a través de la
identificación de tres genes asociados con la participación de votantes. Algunas publicaciones de Fowler como: “La biología,
la política y la ciencia emergente de la naturaleza humana”, “La variación
genética en la participación política”, “Dos genes
predicen tasa de participación electoral” , “Partidismo,
Votar, y el gen del receptor de dopamina D2″, constituyen una
inquietante novedad en las esferas políticas internacionales.
La
conclusión en el año 2000 del proyecto genoma humano
iniciado en 1990 constituye un punto de
inflexión en la biotecnología.
A partir de ese momento se pudo establecer la estructura y
característica de los 25.000 genes presentes en nosotros. Durante mucho tiempo,
fue disminuyendo en forma continua el
tiempo y el costo de la
técnica. Hoy vivimos una carrera acelerada para lograr el
desafío biotecnológico de secuenciar el genoma humano en menos de un día
a un costo accesible. La secuenciación humana masiva tendrá impacto inmediato,
no sólo en biotecnología-medicina molecular, también en la posibilidad de
realizar documentos con la secuencia genética
para identificar a todos los miembros e ingresantes a un
país, de modo de poder cotejar el ADN hallado en
situaciones delictivas con un amplio marco referencial.
IBM-Roche
anunciaron la posibilidad de implementación de la tecnología masiva para 2014, recientemente
la empresa Ion
Torrent (USA) presentó su nuevo secuenciador con
posibilidad de comenzar en el 2013.
La
secuenciación humana permitirá la comparación estadística masiva de las
poblaciones para establecer “tipos” de comportamiento social. Información
valiosa en lo político y electoral. Tal vez seamos espectadores privilegiados
de la complementación inicial de las encuestas electorales (variables) con datos genopolíticos (fijos) y a futuro
del reemplazo de los encuestadores por
los genopolíticos.
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